El asesinato de Máximo Casado, un funcionario de la antigua prisión de Nanclares de la Oca, se convirtió en un caso emblemático de la violencia de ETA en España. Cometido el 22 de octubre de 2000, este crimen permaneció sin resolver durante casi dos décadas, hasta que la Guardia Civil logró desentrañar los detalles que rodearon el atentado. Este artículo explora la historia detrás de este trágico suceso, el proceso de investigación y las implicaciones que tuvo en la lucha contra el terrorismo en el país.
### Contexto del Atentado y la Investigación Inicial
Máximo Casado fue asesinado en un garaje comunitario en Vitoria, un acto que dejó a su familia devastada y a la sociedad alavesa en estado de shock. Durante años, el caso fue considerado uno de los muchos crímenes de ETA que quedaron sin respuesta, con escasas pistas que llevaran a los responsables. Sin embargo, en 2016, un avance significativo en la investigación se produjo cuando el Grupo de Información de la Guardia Civil en Álava tuvo acceso a un archivo histórico de ETA, que había sido aprehendido en Francia en 2002. Este archivo contenía más de 40,000 documentos, entre los cuales se encontraba una carta autocrítica de José Ignacio Guridi, un miembro del ‘comando Ttotto’ de ETA.
La carta, conocida como ‘kantada’, revelaba información crucial sobre el atentado y mencionaba a otros integrantes del comando, lo que permitió a las autoridades abrir nuevas líneas de investigación. La Guardia Civil, liderada por un oficial que se refiere a sí mismo como Javier, comenzó a seguir las pistas que surgieron de este manuscrito. La pericial grafística confirmó que la letra era efectivamente de Guridi, quien también había fabricado el artefacto explosivo utilizado en el atentado.
### Detención de los Sospechosos y el Juicio
Con la información obtenida de la ‘kantada’, la Audiencia Nacional reabrió el caso en marzo de 2017. La identificación de los autores materiales del crimen fue relativamente sencilla, ya que muchos de ellos estaban en prisión por otros delitos relacionados con ETA. Javier y su equipo se entrevistaron con los sospechosos, quienes mostraron sorpresa al ver a los agentes de la Guardia Civil. Durante los interrogatorios, Guridi negó haber enviado la carta, pero su abogado mostró signos de nerviosismo al ver el manuscrito.
Los tres sospechosos, que formaban parte del ‘comando Ttotto’, estaban bajo las órdenes de Francisco Javier García Gaztelu, conocido como ‘Txapote’, un exjefe del aparato militar de ETA. Este individuo, que había sido capturado en 2001, había participado en numerosos atentados y era temido dentro de la organización. Durante las entrevistas, ‘Txapote’ mostró un comportamiento desafiante, pero también un extraño respeto hacia el trabajo de los investigadores, lo que dejó a Javier y su equipo perplejos.
Finalmente, el 18 de junio de 2018, la Audiencia Nacional imputó a los cuatro etarras por el asesinato de Casado. El juicio se llevó a cabo en un ambiente tenso, donde la familia de la víctima, especialmente su esposa Conchi, buscaba justicia. Conchi había abandonado Euskadi poco después del asesinato, desesperanzada con las autoridades y la sociedad alavesa. Sin embargo, su deseo de ver a los asesinos de su marido enfrentarse a la justicia se cumplió en el juicio, donde cada uno de los acusados fue condenado a 33 años de prisión.
La resolución de este caso no solo trajo un sentido de justicia para la familia de Casado, sino que también marcó un hito en la lucha contra el terrorismo en España. La investigación y el juicio demostraron que, a pesar del paso del tiempo, la verdad puede salir a la luz y que la justicia puede prevalecer, incluso en los casos más oscuros. La historia de Máximo Casado es un recordatorio de las víctimas del terrorismo y de la importancia de no olvidar su sufrimiento, así como de la necesidad de seguir luchando contra la impunidad.
El caso de Máximo Casado es un ejemplo de cómo la perseverancia de las fuerzas de seguridad y el sistema judicial pueden llevar a la resolución de crímenes que parecían condenados al olvido. A medida que la sociedad avanza, es fundamental recordar y honrar a aquellos que han sufrido a causa de la violencia, asegurando que su memoria no se pierda en el tiempo.
