La mañana del 13 de septiembre marcó un hito significativo en la historia de la Diócesis de Málaga con la toma de posesión del nuevo obispo, don José Antonio Satué. La plaza frente a la Catedral se llenó de curiosos y fieles que esperaban con expectación la llegada del nuevo líder espiritual. Las descripciones sobre él variaban, pero una característica se repetía: su altura. Este rasgo físico se convirtió en un símbolo de la alegría y la esperanza que traía consigo, como si su estatura también representara la grandeza de su misión.
Al abrirse las puertas de la Catedral, el ambiente se impregnó de solemnidad. El agua bendita, símbolo de purificación y renovación, marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de la Iglesia en Málaga. El acto comenzó puntualmente a las once de la mañana, con la presencia del arzobispo de Granada y casi una treintena de obispos de toda España, quienes se unieron para dar la bienvenida a Satué.
Las palabras de don Jesús Cátala, el obispo saliente, resonaron en el corazón de los presentes. Durante su homilía, Cátala recordó los 17 años de servicio a la comunidad malagueña, un tiempo en el que la ciudad ha estado unida en oración y fe. La frase más esperada de la ceremonia llegó cuando se proclamó: “Te nombramos obispo de Málaga”, desatando un aplauso que llenó el espacio con un eco de esperanza y renovación.
El nuevo obispo, don José Antonio Satué, tomó la palabra con una voz que combinaba la tradición con la modernidad. En su discurso, se presentó como un hombre humilde, consciente de sus limitaciones y pecados. Este enfoque de humildad fue bien recibido por los casi 3.000 asistentes, quienes se sintieron identificados con su mensaje. Satué enfatizó que su misión no es la de una Iglesia cerrada en sí misma, sino una que busca promover la justicia y la santidad, especialmente entre los más marginados.
### Un Mensaje de Inclusión y Solidaridad
El nuevo obispo de Málaga no dudó en abordar los problemas sociales que enfrenta la comunidad. En su discurso, hizo un llamado a la acción, instando a las parroquias y cofradías a involucrarse en la lucha contra la pobreza, la soledad y las adicciones. Reconoció que, a pesar de la prosperidad de la región, existen heridas profundas que requieren atención y compasión. Su mensaje fue claro: la Iglesia debe ser un lugar de acogida y liberación, no de exclusión.
Satué también destacó la importancia de la escucha activa y el entendimiento mutuo. En un mundo marcado por la polarización y la crispación, instó a todos a abrir espacios de diálogo y colaboración en todos los ámbitos de la vida: en las familias, en las parroquias, en los barrios y en los lugares de trabajo. Este enfoque inclusivo y solidario es un reflejo de su compromiso con una Iglesia que actúa como un faro de esperanza y guía para todos.
El nuevo obispo se comprometió a vivir su ministerio con coherencia, recordando que no basta con hablar de sinodalidad o solidaridad, sino que es necesario dar pasos concretos que transformen la vida de las personas. “Cristo nos pide y el mundo espera una vida coherente con lo que creemos”, afirmó, resonando con la necesidad de autenticidad en la fe.
### Un Acto de Fe y Renovación Espiritual
El acto de toma de posesión no solo fue un evento administrativo, sino una celebración espiritual que unió a la comunidad en un momento de profunda fe. La consagración del nuevo obispo se presentó como un signo divino. En el instante en que Satué alzó el pan y el vino, el repique de las campanas de la Catedral resonó, recordando a todos la presencia viva de Dios entre ellos. Este momento fue un recordatorio poderoso de la renovación del compromiso de la comunidad con su fe.
La Catedral, conocida como La Manquita, se convirtió en un símbolo de acogida y unidad. Las puertas permanecieron abiertas, invitando a todos a ser parte de este nuevo capítulo en la historia de la Diócesis. La sencillez del acto, a pesar de la grandeza del lugar, reflejó la esencia del ministerio que Satué desea cultivar: un espacio donde todos puedan acercarse a Dios con un corazón abierto.
El evento culminó con un agradecimiento lleno de risas y aplausos, y un guiño a la figura de María, la madre amorosa que guía a todos en este nuevo camino. La promesa de Satué de llevar a la diócesis más cerca del Cielo y de Dios resonó en los corazones de los presentes, dejando una huella de esperanza y renovación en la comunidad.
La toma de posesión de don José Antonio Satué no solo marca el inicio de su ministerio, sino que también representa una nueva era para la Diócesis de Málaga. Con su enfoque en la humildad, la inclusión y la acción social, Satué se presenta como un líder que busca transformar la vida de la comunidad, guiando a todos hacia un futuro lleno de fe y esperanza.