La tragedia que azotó a Valencia y otras regiones en octubre de 2025 dejó un saldo devastador de 197 víctimas fatales en la Comunidad Valenciana y 4 en Albacete. La rápida identificación de los cuerpos fue un desafío monumental, pero gracias a la dedicación y profesionalismo de la Guardia Civil, la mayoría de las víctimas fueron identificadas en un tiempo récord de trece días. Este artículo explora el proceso de identificación de los cadáveres y el trabajo incansable de los especialistas en criminalística.
### Un Despliegue de Recursos y Tecnología
La identificación de las víctimas comenzó casi inmediatamente después de la tragedia. El coronel Fernando Domínguez Álvarez, jefe del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, destacó que su equipo se activó al día siguiente del desastre. Aunque inicialmente algunos agentes se quedaron en Requena, pronto se trasladaron al Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia, donde se concentraron los cuerpos recuperados por los equipos de Policía Judicial y forenses.
El proceso de levantamiento de un cadáver es intrínsecamente complejo, ya que implica la toma de numerosas fotografías y una inspección ocular detallada. Sin embargo, en el contexto de la dana, el procedimiento se aceleró. Los cuerpos eran fotografiados rápidamente y luego trasladados al IML para su análisis. En las primeras horas tras el desastre, un gran volumen de cadáveres llegó al IML, lo que obligó a los agentes de Criminalística a trabajar casi sin descanso. Durante este tiempo, se registraron los cadáveres y se tomaron huellas dactilares, aunque en muchos casos, debido al deterioro de los cuerpos tras estar sumergidos en agua, se tuvo que recurrir a métodos biológicos como el análisis de ADN.
La Guardia Civil utilizó un helicóptero para transportar muestras de ADN desde el IML a su laboratorio en Torrejón de Ardoz, Madrid, donde se realizaron análisis continuos. Este esfuerzo coordinado permitió que el equipo de identificación batiera récords a nivel nacional e internacional, logrando identificar a la mayoría de las víctimas en un tiempo sorprendentemente corto. El coronel Domínguez enfatizó que, a pesar de la rapidez del proceso, no se cometieron errores en las identificaciones, lo que resultó en una notable satisfacción entre los familiares de las víctimas.
### Un Proceso de Identificación Meticuloso
El proceso de identificación de los cadáveres no solo se basó en la tecnología, sino también en la colaboración con las familias de las víctimas. La Guardia Civil estableció una oficina ‘ante mortem’ donde se recogieron denuncias de familiares que buscaban a sus seres queridos. En esta oficina, se solicitaban detalles específicos sobre los desaparecidos, como tatuajes, cicatrices y la información de su dentista, lo que ayudaba a orientar las identificaciones.
A los familiares de primer grado se les tomaron muestras de ADN, que luego se compararon con las muestras obtenidas de los cuerpos en la oficina ‘post mortem’. Este proceso incluía la toma de huellas dactilares y la recolección de ADN de los cadáveres, que posteriormente se registraban para su análisis. La información recopilada se integraba en una base de datos, y las propuestas de identificación se enviaban a un juez para su aprobación.
Un aspecto notable del proceso fue que, en los primeros días tras la dana, llegaron más cuerpos al IML que denuncias de desaparecidos. Esto se debió a que la tormenta había afectado gravemente a las instalaciones de la Guardia Civil en localidades cercanas, lo que dificultó que las familias pudieran presentar denuncias. Para abordar esta situación, se habilitó la Comandancia de Valencia como centro de recogida de denuncias y se realizaron llamamientos a través de redes sociales y carteles para que las familias se presentaran a reportar a sus seres queridos.
Además, en algunos casos, los agentes de la Guardia Civil tuvieron que desplazarse a otras ciudades como Barcelona, Madrid, Málaga y Galicia para recoger muestras de ADN de familiares que no podían llegar a Valencia. Esta colaboración se extendió incluso a agregados de la Guardia Civil en el extranjero, quienes ayudaron a obtener ADN de familiares de algunas víctimas que residían en Marruecos e Inglaterra.
El trabajo de identificación de las víctimas de la dana en Valencia fue un esfuerzo monumental que combinó tecnología avanzada, dedicación y un enfoque humano. La rapidez y precisión con la que se llevó a cabo este proceso no solo ayudó a las familias a encontrar cierre en medio de la tragedia, sino que también destacó la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia en situaciones de crisis.
