La reciente controversia en torno a las pulseras antimaltrato ha puesto de manifiesto la ineficacia del sistema diseñado para proteger a las víctimas de violencia de género en España. Este escándalo no solo revela fallos técnicos, sino también una alarmante falta de responsabilidad por parte del gobierno, que ha dejado a muchas mujeres en situaciones de riesgo. El sistema Cometa, que debería haber sido una red de seguridad, se ha convertido en un símbolo de abandono institucional.
**Fallas en el Sistema Cometa**
El sistema de pulseras telemáticas, conocido como Cometa, fue implementado con la intención de prevenir acercamientos de agresores a sus víctimas y alertar sobre incumplimientos de órdenes de alejamiento. Sin embargo, el cambio de empresa adjudicataria, que pasó de Telefónica y Securitas Direct a una unión temporal de empresas (UTE) entre Vodafone y Securitas, ha resultado en una migración de datos desastrosa. Durante meses, no se tuvieron registros previos a marzo de 2024, lo que ha llevado a la imposibilidad de demostrar la ubicación de los agresores en momentos críticos.
Este fallo no es un simple error técnico; ha tenido consecuencias devastadoras. Se han producido absoluciones y sobreseimientos de casos, lo que ha puesto en peligro la seguridad de las mujeres que confiaban en el sistema para su protección. La falta de datos ha significado que muchas denuncias no pudieran ser respaldadas, dejando a las víctimas sin la protección judicial que tanto necesitan. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, y su equipo deben rendir cuentas sobre cómo se permitió que un cambio tan crucial se gestionara de manera tan negligente.
**Responsabilidad y Transparencia**
La gravedad de esta situación exige una respuesta contundente. No se trata solo de un error administrativo; se trata de vidas humanas en riesgo. La gestión de las pulseras antimaltrato debe ser una prioridad, y el gobierno debe asumir la responsabilidad política y legal por los fallos que han ocurrido. La exigencia de dimisiones no es un capricho, sino una necesidad ante la falta de protección efectiva para las víctimas.
Además, es fundamental que se realice una auditoría externa para evaluar el impacto real de estos fallos. Hasta ahora, no se ha proporcionado información clara sobre cuántas víctimas han sido afectadas, cuántas denuncias han quedado sin base probatoria y cuántas vidas han estado en peligro debido a esta gestión ineficaz. La ciudadanía tiene derecho a conocer la magnitud del daño causado y a exigir respuestas claras y precisas.
La falta de transparencia en la gestión de este sistema es inaceptable. Las promesas del gobierno de proteger a las víctimas de violencia de género deben ir acompañadas de acciones concretas y efectivas. La diferencia entre un sistema que «funciona mal» y uno que «funciona tarde y de forma incompleta» puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para muchas mujeres. Por ello, es imperativo que el gobierno no solo se excuse diciendo que «ya está solucionado», sino que asuma las consecuencias de sus decisiones.
La situación actual es un claro reflejo de un patrón más amplio en la gestión de políticas públicas: promesas grandilocuentes seguidas de respuestas a medias. Para las víctimas de violencia de género, la confianza en el sistema es crucial, y cualquier fallo puede tener consecuencias irreversibles. Las pulseras antimaltrato, que deberían ser un símbolo de protección, se han convertido en un emblema del abandono institucional.
El gobierno de Sánchez debe actuar con urgencia. No hay margen para errores en un asunto tan delicado como la protección de las víctimas de violencia de género. La implementación de medidas efectivas, la rendición de cuentas y la transparencia son esenciales para restaurar la confianza en el sistema. Las pulseras antimaltrato deben ser una garantía de seguridad, no un recordatorio de la incompetencia y la negligencia del Estado. La vida y la libertad de las mujeres dependen de la eficacia de estas medidas, y es responsabilidad del gobierno asegurarse de que no se repitan fallos tan graves en el futuro.