El verano de 2021 dejó una huella imborrable en la provincia de Málaga, especialmente el 8 de septiembre, cuando se desató el incendio en Sierra Bermeja. Este devastador evento se extendió durante 46 días, arrasando 8.400 hectáreas y afectando a siete pueblos del Valle del Genal. La magnitud de este incendio, que se considera uno de los más destructivos de la región, ha llevado a expertos a hablar de fuegos de quinta o sexta generación, caracterizados por su virulencia y capacidad de modificar las condiciones climáticas locales. A pesar de que las estadísticas indican una disminución en la cantidad de incendios en los últimos años, la realidad es que los que ocurren son más voraces y difíciles de controlar.
La opinión de expertos como Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, y Alejandro Yáñez Caballero, bombero forestal, coincide en que la naturaleza de los incendios ha cambiado. «Cada vez hay menos incendios, pero los que hay son más grandes y se propagan rápidamente», afirma Yáñez. Este fenómeno se debe en gran parte a las condiciones climáticas cambiantes y a la acumulación de combustible en los bosques, resultado de una primavera lluviosa que, aunque beneficiosa en un principio, ha creado un entorno propicio para el fuego.
### La Realidad de los Incendios en 2025
En 2025, la situación de los incendios en Málaga ha mostrado un aumento en la frecuencia, con un total de 112 incendios hasta la fecha, en comparación con 114 en todo 2024. Sin embargo, Eleuterio Tapia, agente de Medio Ambiente y coordinador de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF), señala que, a pesar del aumento en la cantidad de incendios, la superficie quemada ha sido relativamente baja. Esto se debe a un enfoque más efectivo en la prevención y extinción de incendios, que ha permitido reducir la superficie quemada en un 86% en comparación con años anteriores.
La comparación de la situación de Málaga con la ola de incendios en el noroeste de España ha llevado a los expertos a concluir que la provincia no está exenta de riesgos. La gestión forestal adecuada y la ordenación del territorio son fundamentales para minimizar la vulnerabilidad ante los incendios. Ruiz Sinoga enfatiza la necesidad de una estrategia integral que incluya la inversión en prevención y el uso sostenible de los recursos forestales. «No podemos esperar a que el monte arda para actuar», advierte, subrayando la importancia de mantener un equilibrio en la gestión de los bosques.
### Desafíos en la Prevención y Extinción de Incendios
El presupuesto de la Junta de Andalucía para la prevención y extinción de incendios en 2025 asciende a 257 millones de euros, un incremento del 6% respecto al año anterior. Sin embargo, Yáñez sostiene que esta cantidad no es suficiente para abordar los desafíos actuales. La falta de recursos para la creación de fajas auxiliares y la limpieza de combustible en el suelo son ejemplos de cómo la prevención puede verse comprometida. La mentalidad de «fuego del siglo XXI» es crucial, lo que implica no solo mejorar el equipamiento de los bomberos, sino también adoptar nuevas estrategias de gestión forestal.
Los expertos advierten que las prácticas preventivas actuales no han evolucionado al mismo ritmo que la voracidad de los incendios. Las técnicas tradicionales, como los cortafuegos, han demostrado ser ineficaces frente a los incendios de quinta o sexta generación. Ruiz Sinoga menciona que el fuego puede superar fácilmente las barreras establecidas, lo que resalta la necesidad de innovar en las estrategias de prevención. La implementación de quemas prescritas y el uso de fuego técnico son algunas de las nuevas prácticas que se están considerando para reducir la intensidad de futuros incendios.
La despoblación rural y la disminución de la actividad ganadera en las zonas forestales también contribuyen al problema. Sinoga destaca que la falta de actividad humana en estas áreas ha llevado a una acumulación de combustible, lo que aumenta el riesgo de incendios. La relación entre la despoblación y la incidencia de incendios es evidente, y se hace necesario fomentar la actividad económica en estas regiones para mantener un equilibrio en el ecosistema.
El cambio climático, junto con las olas de calor y la sequía, ha exacerbado la situación, creando un entorno propicio para la propagación de incendios. La combinación de estos factores ha llevado a un aumento en la cantidad de combustible disponible, lo que a su vez ha incrementado la virulencia de los incendios. La necesidad de una gestión adecuada del territorio y de una mayor inversión en prevención se vuelve cada vez más urgente.
En resumen, la lucha contra los incendios forestales en Málaga es un desafío complejo que requiere un enfoque multifacético. La combinación de factores climáticos, la gestión forestal inadecuada y la falta de actividad humana en las zonas rurales son solo algunos de los elementos que contribuyen a la creciente amenaza de los incendios. La implementación de nuevas estrategias de prevención y la inversión en la gestión sostenible de los recursos forestales son esenciales para proteger el patrimonio natural de la provincia y garantizar un futuro más seguro para sus habitantes.