La reciente iniciativa del Gobierno español para abolir el cambio estacional de hora ha reabierto un debate que lleva años en la palestra. Con el objetivo de que 2026 sea el último año en que se realicen estos cambios, el secretario de Estado de Energía, Joan Groizard, presentará la propuesta en el Consejo de Transportes, Comunicaciones y Energía de la Unión Europea. Esta medida busca no solo alinearse con la opinión pública, que en su mayoría se opone a esta práctica, sino también responder a estudios que cuestionan su efectividad en el ahorro energético.
### La Historia del Cambio de Hora en Europa
El cambio de hora tiene sus raíces en la crisis del petróleo de 1974, cuando muchos países, incluida España, adoptaron el horario de verano como una estrategia para ahorrar energía. Esta práctica se convirtió en obligatoria en 1980 para todos los países de la Comunidad Económica Europea, estableciendo un marco común para los cambios de horario. Sin embargo, a lo largo de los años, la relevancia de esta medida ha sido cuestionada.
Desde 2018, la Comisión Europea realizó una consulta que reveló que un abrumador 84% de los participantes deseaba eliminar el cambio de hora. A pesar de este respaldo popular y de la recomendación del Parlamento Europeo en 2019 para suprimirlo, la falta de consenso entre los estados miembros ha mantenido la situación en un limbo legislativo. La propuesta actual del Gobierno español busca aprovechar la ventana de oportunidad que se abre con la finalización del actual marco de cambios de hora en 2026, buscando un acuerdo que permita su eliminación definitiva.
### Argumentos a Favor de la Supresión
El Gobierno español ha presentado varios argumentos para respaldar su propuesta. En primer lugar, destaca que la mayoría de la ciudadanía, tanto en España como en el resto de Europa, está a favor de eliminar el cambio de hora. Además, estudios recientes han demostrado que el ahorro energético que se pretendía lograr con esta práctica es mínimo, oscilando entre el 0,5% y el 2,5%. Esto pone en duda la eficacia de una medida que, en su origen, se justificaba por la necesidad de optimizar el uso de la luz solar.
Por otro lado, se ha evidenciado que el cambio de hora tiene efectos negativos en la salud de las personas. Investigaciones científicas han demostrado que los cambios estacionales en el horario pueden alterar los ritmos biológicos, provocando problemas como el cansancio, la falta de concentración y trastornos del sueño. Estos efectos adversos han llevado a muchos a cuestionar la validez de continuar con una práctica que, en lugar de beneficiar a la población, parece perjudicarla.
El presidente Pedro Sánchez ha enfatizado que la política debe ser útil y responder a las necesidades de los ciudadanos. En su mensaje, subrayó que no ve sentido en seguir adelante con una medida que ya no aporta beneficios significativos y que, en cambio, afecta negativamente la calidad de vida de las personas. La propuesta de abolir el cambio de hora se presenta, por tanto, como un paso hacia una política más alineada con las demandas sociales y científicas.
### El Proceso Legislativo y los Desafíos
Para que la propuesta del Gobierno español se materialice, será necesario un proceso legislativo que involucra a todos los estados miembros de la UE. La modificación de la directiva que regula el cambio de hora requiere una mayoría cualificada, lo que significa que no será un camino fácil. La experiencia pasada, donde la propuesta de 2019 no logró avanzar debido a desacuerdos entre países, plantea un desafío significativo.
Si la iniciativa tiene éxito, los estados miembros deberán decidir qué horario se mantendrá de forma permanente: el horario de verano o el de invierno. En España, una comisión de expertos ya ha debatido esta cuestión, y aunque no se llegó a un consenso unánime, la mayoría se inclinó por mantener el horario de invierno, argumentando que el cambio de hora fue una medida artificial que ya no tiene justificación en la actualidad.
La propuesta del Gobierno español no solo busca eliminar una práctica que ha sido objeto de críticas, sino que también pretende posicionar a España como un líder en la discusión sobre políticas energéticas y de salud pública en Europa. Con la mirada puesta en 2026, el país se prepara para defender su postura en el Consejo Europeo, con la esperanza de que esta vez se logre un acuerdo que beneficie a la ciudadanía y al bienestar general.