La plaza de toros de Linares fue testigo de un evento que quedará grabado en la memoria de los aficionados al toreo. David de Miranda, un torero onubense, se convirtió en el protagonista indiscutible de la jornada al cortar cuatro orejas y un rabo, un logro que no solo resalta su destreza en el ruedo, sino que también plantea un grito de protesta ante una situación que muchos consideran insostenible en el mundo taurino.
### La Faena de David de Miranda
Desde el inicio de la corrida, David de Miranda mostró su maestría al recibir al cuarto toro, un astado de buenas hechuras que, aunque empujó a media altura en el caballo, no logró intimidar al torero. Con una serie de verónicas que dejaron al público boquiabierto, David demostró su capacidad para conectar con los tendidos. Su faena comenzó con ayudados por alto, ejecutados con una rodilla en tierra, lo que marcó el tono de una actuación que sería recordada por su quietud y el toreo largo.
A medida que la faena avanzaba, David de Miranda se metió entre los pitones, dejando muletazos que hablaban de su mando y control sobre el toro. La culminación de su actuación llegó con unas bernadinas ajustadas, que hicieron que el público se pusiera de pie en un clamor de aprobación. Tras una estocada certera, el torero paseó las dos orejas y el rabo, un premio que no solo reflejaba su habilidad, sino también el reconocimiento de una tarde excepcional.
El primer toro de la tarde, un colorado de Juan Pedro Domecq, también fue recibido con gran expectación. David cuidó el castigo en el peto y realizó un quite ajustado que dejó claro que estaba en su mejor momento. Su inicio por estatuarios fue aplaudido, y las series de toreo al natural, con la mano baja, fueron un deleite para los aficionados. La faena culminó con manoletinas y una estocada que le valieron dos orejas con petición de rabo, consolidando su estatus como el gran triunfador de la tarde.
### La Actuación de los Otros Toreros
Mientras David de Miranda brillaba en el ruedo, sus compañeros de cartel también tuvieron sus momentos, aunque no lograron alcanzar la misma repercusión. Manuel Román, quien abrió la tarde, se enfrentó a un toro que no se entregó del todo. A pesar de sus esfuerzos por buscar el fondo de entrega del astado, la raza del toro fue limitada, lo que resultó en una vuelta al ruedo tras una petición de oreja que no fue concedida.
El sexto toro, que recibió con empaque y manos bajas, mostró buena condición al inicio, pero pronto se vino a menos. Manuel Román cuajó un toreo al natural que, aunque de gran nivel, no logró mantener la intensidad necesaria para culminar en un triunfo mayor. La ovación que recibió al final de su faena fue un reconocimiento a su esfuerzo, aunque el acero no estuvo de su lado.
Por su parte, Pablo Aguado tuvo una tarde complicada. Su primer toro no se empleó y mostró descompostura, lo que dificultó su labor. A pesar de su disposición y esfuerzo, la falta de transmisión del astado limitó su capacidad para conectar con el público. La ovación que recibió al final de su faena fue un gesto de reconocimiento a su valentía y entrega, aunque no logró salir con un trofeo en la mano.
El quinto toro, que se metió por dentro en el recibo a la verónica de Aguado, mostró clase en las primeras series, pero pronto se refugió en las tablas. A pesar de los esfuerzos del sevillano, el toro no ofreció el fondo necesario para una faena memorable, resultando en una ovación tras una leve petición.
### Un Escenario de Libertad de Expresión
La jornada en Linares no solo se destacó por las actuaciones de los toreros, sino también por el ambiente de libertad de expresión que se respiraba en la plaza. A pesar de las dificultades que enfrenta el mundo taurino, los apoderados, toreros, veterinarios y compañeros de prensa se unieron en un clamor por la defensa de la tauromaquia. Este espíritu de unidad fue palpable, y la presencia de Carrusel Taurino, un programa que apoya la libertad de expresión en el toreo, fue un testimonio de la importancia de mantener viva esta tradición.
La corrida de Linares, que marcó el cierre de la Feria de Linares 2025, fue un evento que no solo celebró el arte del toreo, sino que también planteó preguntas sobre el futuro de esta práctica en un mundo que cambia rápidamente. La actuación de David de Miranda, con su impresionante corte de orejas y rabo, se convierte en un símbolo de resistencia y pasión por la tauromaquia, un arte que sigue generando debates y emociones intensas entre sus aficionados.
La plaza de toros de Linares, con algo más de media entrada, fue el escenario perfecto para un espectáculo que, sin duda, quedará en la memoria de todos los presentes. La combinación de toros de Juan Pedro Domecq, de armónicas hechuras y noble juego, junto con la entrega de los toreros, hizo de esta tarde un evento inolvidable para los amantes del toreo. La historia de David de Miranda y su actuación en Linares es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, la pasión por la tauromaquia sigue viva y fuerte.