La tarde del 1 de junio de 2025, el coso de Aranjuez se convirtió en el escenario de una de las corridas más memorables de la temporada, donde el torero Morante de la Puebla dejó una huella imborrable en la memoria de los aficionados. Con la presencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el evento no solo fue un espectáculo taurino, sino también un encuentro social que atrajo a un público entusiasta.
### La Corrida de San Fernando: Un Evento de Gran Expectativa
La corrida de San Fernando, que tuvo lugar en el Real Sitio de Aranjuez, se presentó con una entrada casi llena, lo que refleja el interés y la pasión que despierta el toreo en esta región. Los toros de Núñez del Cuvillo, conocidos por su nobleza y calidad, fueron los protagonistas de la tarde. Desde el inicio, la atmósfera se cargó de emoción, y los aficionados esperaban ansiosos las actuaciones de los diestros.
Morante de la Puebla, conocido por su estilo único y su capacidad para conectar con el público, fue el primero en salir al ruedo. A pesar de un ligero retraso en el paseíllo, la ovación que recibió al entrar fue un claro indicativo de su estatus en el mundo del toreo. Su primera actuación, aunque no deslumbrante, mostró destellos de su talento, especialmente en el saludo capotero, donde destacó una verónica que hizo vibrar a los asistentes.
El segundo toro fue lidiado por José María Manzanares, quien también dejó su impronta con un saludo por verónicas que capturó la atención del público. A pesar de que el toro no mostró toda su fuerza, Manzanares logró ejecutar varias series de calidad, aunque la intensidad de su actuación fue variable. La tarde continuó con Juan Ortega, quien se lució con un recibo que prometía una faena memorable.
### La Faena de Morante: Un Espectáculo de Maestría
La actuación más esperada de la tarde llegó con Morante, quien se enfrentó al cuarto toro. Desde el primer momento, su presencia en el ruedo fue cautivadora. Comenzó con un cartucho de pescao, una técnica que demuestra su maestría y control sobre el toro. Su capacidad para desdoblar la muleta en el embroque y torear con pureza por naturales y derechazos fue un espectáculo que dejó a los aficionados sin aliento.
La faena de Morante fue descrita como una obra cumbre del toreo. Cada lance que daba estaba impregnado de arte y sentimiento, y los desplantes que realizó fueron aclamados por el público. La culminación de su actuación llegó con una estocada que fue considerada un monumento a la suerte suprema. La entrega y el compromiso de Morante se tradujeron en dos orejas, un reconocimiento a su excepcional actuación.
El quinto toro fue lidiado por Manzanares, quien, aunque enfrentó el desafío de seguir la impresionante faena de Morante, logró dejar buenos momentos en el ruedo. Su habilidad para extraer lo mejor del toro fue evidente, y aunque falló en un primer intento de matar, finalmente logró una estocada efectiva que le valió una oreja.
Juan Ortega, en el sexto toro, no se quedó atrás. Su actuación fue igualmente memorable, comenzando con un buen quite por chicuelinas que preparó el terreno para una faena intensa. Ortega mostró un toreo despacio y reunido, sintiendo cada lance y conectando con el público de manera excepcional. La locura estalló en el coso cuando Ortega enterró el acero hasta los gavilanes, lo que le valió no solo una oreja, sino también el rabo del toro, un premio que simboliza la culminación de una faena magistral.
La corrida de San Fernando en Aranjuez no solo fue un evento taurino, sino una celebración del arte del toreo, donde Morante de la Puebla brilló con luz propia. Su capacidad para emocionar y conectar con el público lo convierte en uno de los grandes referentes del toreo contemporáneo. La tarde culminó con un ambiente de euforia y satisfacción entre los aficionados, quienes se llevaron consigo recuerdos imborrables de una jornada excepcional en el mundo del toreo.