La reciente decisión del Tribunal Supremo de archivar la querella presentada por el PSOE contra Santiago Abascal, líder de Vox, ha generado un intenso debate sobre los límites de la libertad de expresión en el contexto político español. La controversia se originó a raíz de unas declaraciones de Abascal en diciembre de 2023, donde sugirió que el pueblo podría querer «colgar de los pies a Sánchez», refiriéndose al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A pesar de la naturaleza provocadora de estas palabras, el alto tribunal ha determinado que no constituyen un delito de odio, lo que plantea cuestiones fundamentales sobre el discurso político y la polarización en la sociedad actual.
El Tribunal Supremo argumentó que las declaraciones de Abascal deben ser entendidas dentro del marco de la confrontación política, donde los discursos, aunque puedan ser considerados «descarnados o exagerados», forman parte del debate democrático. La sala enfatizó que no todo lo que es inaceptable en términos de discurso es penalmente relevante, y que la crítica política, incluso en sus formas más extremas, debe ser protegida para salvaguardar el pluralismo político.
### La Polarización Política y sus Consecuencias
La decisión del Supremo no solo aborda el caso específico de Abascal, sino que también refleja una preocupación más amplia sobre la creciente polarización en la política española. En un contexto donde los partidos políticos parecen estar cada vez más divididos, el tribunal ha hecho un llamado a las fuerzas políticas para que se alejen de la lógica del «amigo-enemigo». Esta lógica, que reduce el debate político a una confrontación binaria, puede llevar a un clima de hostilidad que perjudica la convivencia pacífica y el respeto mutuo entre diferentes ideologías.
El tribunal ha señalado que la intervención penal en el discurso político podría tener efectos adversos, limitando la capacidad de los representantes electos para criticar la gestión del gobierno. En democracias avanzadas, el debate político, incluso cuando incluye expresiones odiosas, es parte integral del discurso público y merece protección constitucional. Esta postura subraya la importancia de mantener un espacio donde las críticas y las opiniones divergentes puedan ser expresadas sin temor a represalias legales.
### La Libertad de Expresión y sus Límites
El fallo del Tribunal Supremo también plantea interrogantes sobre los límites de la libertad de expresión, especialmente en el ámbito político. La sala ha recordado que, según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el derecho a la libertad de expresión en el contexto del discurso político está altamente protegido. Esto significa que las críticas a figuras públicas, como los líderes políticos, deben ser toleradas en un grado mucho mayor que las críticas dirigidas a individuos privados.
En este sentido, el tribunal ha argumentado que las expresiones descalificatorias dirigidas a un presidente del Gobierno, como las de Abascal, se producen en un contexto de debate político que está fuertemente protegido por los derechos a la libertad de expresión y a la participación política. Esto implica que los márgenes de la crítica admisible son mucho más amplios cuando se trata de figuras públicas que cuando se trata de ciudadanos comunes.
El tribunal también ha hecho hincapié en que la expresión de odio, aunque pueda ser peligrosa, no justifica automáticamente la intervención penal. Para que se considere que hay un riesgo significativo de daño, es necesario un análisis más profundo del contexto en el que se emiten las declaraciones y de las consecuencias que podrían derivarse de ellas. En este caso, el tribunal concluyó que no había evidencia suficiente para demostrar que las palabras de Abascal habían generado un riesgo significativo de violencia o hostigamiento.
La decisión del Supremo de archivar la querella del PSOE contra Abascal no solo es un hito en el ámbito legal, sino que también refleja un momento crucial en la evolución del discurso político en España. A medida que la polarización continúa siendo un tema candente, la capacidad de los políticos para expresar críticas y desacuerdos sin temor a represalias legales se convierte en un pilar fundamental de la democracia. La protección de la libertad de expresión, incluso en sus formas más provocativas, es esencial para garantizar un debate político saludable y constructivo en el país.